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LO QUE LA CLASE SOCIAL DOMINANTE NOS DEJA VESTIR (de la toca y el manto, del hiyab y el nicab)

Ya pasó esa época de antes en la que disfrutábamos de la diversidad de modas venidas de cualquier sector creativo del mundo, conviviendo también con vestidos tradicionales, ropas humildes o más de diseño e incluso algunas estrafalarias o incluso hasta vanguardistas.

Pero llevamos ya unos años en los que una clase social dominante se quiere imponer en sus usos y costumbres e incluso quiere prohibir lo que no les gusta. Vuelve a ser más patente lo que no es aceptado por ellos.

Comenzaron su ofensiva de forma más bien ruin contra nuestras hijas con hiyab en los colegios e institutos, con artificiosas excusas de igualdad para pisotear su libertad personal en el vestir, además de su libertad religiosa individual e íntima, tan solo porque son menores, arguyendo que nosotras, las madres, y nuestros maridos, los padres, somos quienes imponemos, cuando ellos, los “bienpensantes” laicistas y catolicistas, son los que imponen sus costumbres y prohíben los usos y costumbres del otro ciudadano.

Más llamativo es cuando escuchamos discursos de mujeres, que pretenden ser feministas y que dicen querer ayudarnos, llamando a coartar nuestra libertad de elección de unas prendas u otras de vestir, para que esas presuntas activistas de la “liberación de la mujer” impongan su estilo en el vestir y en su peluquería, convencidas de estar en posesión de una superioridad cultural.

Esto es marcar los límites de lo que no van a tolerar, y por tanto intolerantes, a las minorías nacionales, y mucho menos a los inmigrantes, a los que no piensan integrar, tan solo si aceptan la asimilación cultural a la mayoría dominante, y en todo caso aceptar su subordinación a la cultura “superior”.

Siglos llevamos musulmanes, judíos, gitanos y resto de cristianos no católicos, en estas tierras y països catalans (de Calą Talunya), y todavía no se acepta el nomadismo del gitano y el resto de sus costumbres; no se acepta la boda gitana, ni la pensión de viudedad, menos aún si había coesposas, porque no aceptan, y rechazarán, su estatus marital aunque sea reconocido en su comunidad gitana evangélica.

Hasta está castigado con cárcel en el código penal el tener un modelo familiar diferente al de la clase social dominante, siendo delito tener varios cónyuges mutuamente aceptados, cuando era habitual en la antigüedad y así está recogido hasta en las sagradas escrituras de los católicos biempensantes, y desde luego habiendo mutuo acuerdo y ningún perjudicado, queda bien patente que la prohibición y penalización es de todo punto ideológica.

Después de dejar autonomía a los colegios e institutos para poder imponer sus costumbres de clase social dominante, prohibiendo y segregando el hiyab, tenían que dar un paso más y arremeter contra el nicab.

Comenzaron los ayuntamientos a prohibir prendas de vestir que oculten el rostro, normas que nunca se usaron contra las bufandas, verdugos o pasamontañas, bragas de cuello, capuchas y otras prendas cualesquiera que usaran los ciudadanos por cuestión estética o climatológica; solo actuarían las autoridades contra la usuaria de las prendas si esta parece musulmana, de una de las minorías que quieren someter, y en ningún caso aceptar sus usos visibles y manifiestos en sociedad.

Pero la libertad de la mujer para vestir como desee triunfa por ahora al ser amparada por el Tribunal Supremo, aclarando nuestro marco constitucional y legal. Pero esto no iba a quedar así, que las minorías nacionales tengan los mismos derechos que la mayoría dominante… no… quieren imponer cómo debería vestirse la mujer catalana de bien.

El curiosamente llamado Ciutadans-Partido de la Ciudadanía (C’s), llevó al Parlament de Ca’talunya una propuesta para prohibir cubrirse el rostro por la calle, aunque te venga de frente un frío helador, pensada obviamente para prohibir únicamente el nicab, pero es rechazada la propuesta legislativa. También fue rechazada en su día la propuesta presentada por el PP en el Congreso de diputados español.

Pero no podían quedar así las cosas, no… el partido Convergència i Unió (CiU) entonces llevó al Parlament una declaración de principios sobre su intolerancia al nicab en forma de propuesta al Govern para que dificulte o prohíba el uso del velo integral, a la que rápidamente se adhirió C’s junto a los partidos PPC y PSC. Todos estos partidos ya se negaban, y hoy se siguen negando, a contratar profesores de religión islámica en colegios e institutos catalanes, y también se resisten a contratar a los de religión evangélica, de los que podría beneficiarse la minoría gitana evangélica. El Senado español ya escenificó otra declaración de principios semejante iniciada por el PP y aprobada con sus votos y los de los partidos CiU y UPN.

Si no puede la clase dirigente prohibir las costumbres de las minorías nacionales que no son del gusto de la clase social dominante en Ca’talunya, entonces deben expresar claramente lo que no están dispuestos a tolerar, y por ello intolerantes, como es que las musulmanas religiosas con toca y manto, salgan de sus enclaustramientos, que el uso del manto o nicab solo es para las raras ocasiones en las que salen las monjas católicas de clausura de sus conventos, por lo que las musulmanas también deberán hacer de su casa su convento de clausura particular; pues en la calle las autoridades no aceptarán que las musulmanas paseen su vocación religiosa de semiclausura.

Las mujeres en general no debemos admitir que nos impongan usos y costumbres clasistas, y las musulmanas tampoco debemos admitirlo aunque lamentablemente pertenezcamos a la clase social dominada, junto a las gitanas y al lumpemproletariado, de clase baja, que quieren con cabeza gacha, sosteniendo a las clases altas y sus costumbres que nos imponen. Y debemos ser solidarias con aquellas que deciden vestir su semiclausura con un nicab, si así lo desean, aunque sean una minoría dentro de la minoría, y que puedan salir a la calle como el resto de las musulmanas y resto de ciudadanas que nos cubriremos la cara seguramente en otoño e invierno, al igual que los hombres.

No son los musulmanes varones los que discriminan a las musulmanas sino los hombres y mujeres no musulmanes que no quieren ver a alguien con la estética de la primera dama turca al frente de sus empresas o instituciones, musulmanas aunque sobradamente preparadas (MASP), y no quieren ver cómo mujeres con nicab sacan a sus hijos a jugar al parque como el resto de madres, sin importarles que con sus prohibiciones condenan también a los hijos al enclaustramiento, ya que el padre no podrá estirar las horas del día para trabajar, comprar, sacar a los hijos, etc.

El empoderamiento de la mujer musulmana está lastrado por las trabas de la mayoría dominante no musulmana en su resistencia e inaceptación de usos y costumbres de sus minorías nacionales, con sus peculiaridades, que estas comunidades querrían ver reconocidas en igualdad y libertad.

Este panorama de la vida catalana en la que no pueden nuestros hijos tener clases de religión porque son musulmanes, evangélicos, hispanoárabes o bereberes, latinos, afrodescendientes o gitanos, donde no podemos abrir un centro de culto musulmán o evangélico, pese a que nos decían que teníamos los mismos derechos que los católicos y los laicos, esas dos españas, pero parece que no más, donde no hay interlocución de abajo a arriba, sino lo que disponga el Govern de la ciutat o de la Generalitat… nos hace reflexionar nuestro voto, si debemos ser o estar indignados, o si solo podríamos alcanzar en esta sociedad catalana lo mismo que los demás con la ayuda de las más altas magistraturas, recurso tras recurso.

Según el último censo del Observatorio Andalusí de 2012 los catalanes musulmanes españoles ascendemos a una cifra de 79.357 ciudadanos con derecho a voto, lo que es una cantidad a considerar, aunque seamos una minoría que se quiere someter, lo que unido al voto de otras minorías desatendidas en la eliminación de agravios comparativos, debe hacernos reflexionar si vamos a continuar pasivamente con la desigualdad, y especialmente las mujeres que no debemos dejar que nos impongan o prohíban lo que hemos de vestir, la religión que enseñemos a nuestras hijas, a las que algunos y algunas quieren sin hiyab, sin nicab, sin mezquita, sin cementerio, sin religión, a no ser que sea la dominante… la tiranía de la mayoría o de los poderosos.

Curiosamente, antes no le importaba a nadie cómo se vistieran los demás… si Mao Zedong, el Sóviet Supremo y otros poderes públicos y fácticos del pasado levantaran la cabeza, verían cómo algunas de sus ideas se desarrollan y perfeccionan perversamente por las actuales clases dirigentes representantes de las clases dominantes.
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Referencia:

("De la prohibición del velo integral", Red Muslimas) §

Khadija Martínez, Barcelona, 23/09/2013.

 

 

 

 

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